(SIJ – Església Jove) Después de habernos tatuado el mensaje que nos deja para todos los jóvenes (Dios te ama, Cristo te salva, Él vive y el Espíritu da vida), el Papa nos propone observar algunos caminos a recorrer durante el estado de la juventud… de los años o del corazón!
Los jóvenes se mueven entre los sueños y las decisiones pues una verdadera paz interior (con Dios) convive con la insatisfacción externa (hacia la injusticia) Dios y los otros, esto nos pone en juego, llega el tomar determinaciones a las que tenemos que dejar pasar a Jesús en la barca de nuestra vida y confiarle el timón, Él sólo necesita que rememos sin miedo a equivocarnos y es que del error también se aprende.
Otra ruta con los jóvenes son las ganas de vivir y tener experiencias, con el joven dejamos las teorías y démosle vida, testigos, sensaciones, experiencias donde pueda vivir el presente y descubrir que Dios nos quiere felices. Que pueda ver como entregarle todo a Él y el llenar de amor cada momento da sentido a la vida.
La amistad con los demás es otro camino de juventud que enseña a abrirnos, a comprender y cuidar de los demás, obliga a salir de nuestras comodidades y aislamiento para así compartir y poner en juego la vida. Una amistad que madura con el tiempo y, es que, hasta Jesús quiere ser nuestro amigo; quiere forjar una amistad inquebrantable que podemos sostener con el diálogo con Él. No privamos al joven del valor de esta amistad.
La etapa del crecimiento y la maduración también es un camino. Al igual que se cuida el cuerpo se debe procurar también el crecimiento espiritual: cuidar esta presencia del Dios vivo en nosotros, gracias a ello cada uno es único, la conversión y la acogida del don que Dios nos hace se debe cuidar constantemente .
Si quieres llegar rápido, ve solo pero si quieres llegar lejos camina acompañado. El sendero de la fraternidad da una mirada nueva a la vivencia de la fe. Es infinitamente mejor vivir la fe con compañía, juntos. La convivencia ayuda a curar muchas heridas de la historia personal por el camino del perdón y la reconciliación.
El camino del compromiso es el que va construyendo también al joven; desde la vocación laical y profesional concreta y viviendo la caridad familiar, la caridad social y la caridad política se puede descubrir cómo luchador por el bien común sirviendo a los pobres y protagonizando la revolución de la caridad y el servicio.
Todas las rutas propuestas nos llevan a encontrar en el joven la semilla a ser decididos y valientes misioneros para poder ser así testigos del Evangelio sin límites ni fronteras, teniendo bien presente como no será una tarea fácil, poniéndose frente a la mal dicha sociedad del bienestar.
Una mirada limpia a las potencialidades de los jóvenes y no caer en la pesada de… ¡son jóvenes! Confiemos, luchemos y esperemos también con ellos.
Mn. Ivan Cid,
delegado de Juventud de la diócesis de Tortosa